Capítulo IX

A pesar de la situación, la vida sigue en la casa de los Vera-Andrade. María sale de casa, pero no va al colegio, se queda en un parque, pensando y haciéndose preguntas sobre la situación de su hermano. Allí, mientras se columpiaba, una mujer desconocida le entrega una tarjeta, despertando en María una sensación extraña por su voz conocida y un detalle en su blusa le llamó la atención, al darse cuenta que eran las hadas que aparecían en sus sueños. Aunque la mujer parece saber cosas sobre ella, María no le había dado su nombre, pero esta al despedirse la mencionó.